Es la llamada a lo desconocido, a la incertidumbre, al vacío, a lo nuevo, pero en este proceso de seguir viajando vamos descubriendo nuevos recursos, nuevas capacidades, nuevos talentos que no sabíamos que los teníamos. En ese arte de navegar es donde se experimenta la vida.
Muchas veces decimos que no, sin siquiera explorar el tema.
Tenemos que tener una cierta insatisfacción inspiradora, que no es motivo para la queja sino es motivo para movilizarnos, para descubrir campos nuevos, para relacionarnos con otras personas, para abrir nuevas posibilidades.
La vida es un perpetuo cambio, para salir de nuestras zonas de confort, para nuevos aprendizajes, para abarcar nuevos horizontes.
Tenemos que tener la fe y el convencimiento de que la vida nos da siempre nuevas posibilidades.
Pero si creemos que vivimos en un mundo hostil, en un campo minado, nos refugiamos en nosotros mismos, empezamos a caminar un camino angosto, que nos ahoga, en una visión de vida que nos inmoviliza, que nos llena de miedo y que por lo tanto nos separa de los demás por la desconfianza.
¿Mundo hostil o mundo amigo? De nuestra visión de la vida será nuestra respuesta.